domingo, 18 de diciembre de 2011

La Montaña Permanece.

Ni una cumbre. Parece increíble, pero después de tantísimas horas dando bastonazos, porteando hierros, subiendo y bajando cerros, no tenemos ni una cima más en el bolsillo. Si lo miras así, la verdad es que esto del Montañismo es que es completamente absurdo...pero cuan lejos de la realidad!

Primera salida: Son las ocho de la tarde y estamos en Guadix. Llueve a cantaros y hace un frío considerable, y lo peor de todo, estoy "liquidao". Hoy he ido a Madrid y he vuelto en el día, he llegado a casa, he trincado la mochila y he salido pitando a la Estación de Autobuses para coger la Alsina a Guadix, una paliza de carretera. Ademas, ayer, Fernando y yo después del trabajo tuvimos que ir hasta Trevélez a dejar un coche para poder volver el domingo...

En el Wolkwagen Polo casi ni cabemos con tanta mochila y tanto cachivache. Fernando y Manolo alante; Alex y yo detrás. Carretera y manta, hasta Jerez del Marquesado donde una fina nieve nos recibe en mitad de la noche. Cualquiera que nos viera armando las mochilas y preparando las cosas a esa hora en mitad del pueblo pensaría que vaya grupo de zumbaos...

La noche tiene estas cosas, que hasta por una carretera nacional y con carteles te extravías, y con estas, nos metimos de agañote una hora más en el cuerpo dando vueltas hasta que encontramos la salida de la vereda. Gajes del oficio, ya se sabe, así que para arriba que nos esperan en el Refugio para cenar. Tres horas largas de subida bajo la nevada, que hoy, caprichosamente cae en forma granulada haciendo que frente a la luz de los frontales, no se vean los copos caer sino una especie de cortina en movimiento, como esas de macarrón verde que se ponían antiguamente en las puertas de las casas de los pueblos. Hacemos solo una paradita, entre otras cosas para mear y echar un trago de agua. Parece que algunos van mejor que otros, hasta hay quien tiene pegada!Esto dará de si...

El Refugio del Postero está fenomenal. Lo han reformado entero y verdaderamente se nota la mejoría, por lo que llegar es más agradable si cabe. Nos inscribimos, dejamos las cosas y a cenar; Alejandro, como siempre, es quien más come y no me extraña, este tío es un fenómeno. Nos da la una de la madrugada, así que no hay tiempo para charlar pues nos queremos despertar a las seis para no salir tarde. Compartimos la habitación con una pareja, pero también quieren dormir pronto así que cada uno al saco y a planchar. Mi cabeza no esta muy bien, y me he notado cansado, veremos a ver mañana...
A las seis suena el despertador de Manolo, quien nos avisa de que ha estado nevando toda la noche y que continua haciéndolo ahora. Me tiro de mi litera y voy a hacer pis, comprobando efectivamente que ademas de nevar, hace un frío del carajo. Pero bueno, el parte ya lo avisaba y contamos con ello y con que a medio día la meteo mejore. Desayunamos, algunos quieren apoderarse de todas las magdalenas de la Bella Easo, Pedro nos hace la encuesta de Seguridad en Montaña, respondemos entre risas e infundadas alusiones a mis ronquidos nocturnos, que exageración por unos ruiditos de nada!

La subida hasta el Puerto de Trevélez es clara, dirección al Picón desviándose a la izquierda sin pasar de los 2800 m. Pero es que nos está nevando sin parar, y la niebla que lo envuelve todo hace que orientarse sea complicado. Tengo el recuerdo del Mulhacén demasiado fresco, y la verdad es que no me apetece nada andar por ahí otras doce horas buscando un sitio donde pasar la noche, así que estoy bastante condicionado. Ademas, físicamente no me encuentro bien y la subida se me hace muy penosa, ademas de que la nieve nos llega casi a las rodillas, y nos hundimos cada dos por tres. En una de las pocas paradas que hacemos para beber y comer alguna chocolatina, decidimos que si llegamos a la altura convenida y el clima no mejora, nos daremos la vuelta y bajaremos por la huella al refugio, todos estamos de acuerdo. Joder, parece que nos han escuchado, y que "el del tiempo" lo tenia cronometrado, a las doce, justo cuando llegamos a la altitud convenida, de repente se abre el cielo por completo, y ante nosotros aparece uno de los valles más maravillosos de Sierra Nevada.

Parada para comer y beber, y enseguida a bajar. Hoy, la subida han sido cuatro horas largas, pero de bajada nos queda un mundo, pues nuestro destino es ni mas ni menos que La Fragua de Trevelez. Hace solo un par de semanas que aparecí por allí a media noche en mitad de la tormenta, y es que esta claro que el culpable siembre vuelve al lugar del crimen.

Como casi siempre, en la bajada tenemos que investigar cual es el mejor trayecto, ademas, la nieve no nos lo pone muy fácil pues aunque no hemos descolgado los crampones ni el piolet, la gran cantidad que ha caído en esta zona hace que nuestros pies, piernas y a veces hasta nuestros cuerpos se cuelen irremediablemente una y otra vez en la nieve. Andar así es un penar, y estamos deseando salir de este manto blanco lleno de trampas. Por fin, dejamos la cota de nieve, y tras llegar a un cortijo en el que paramos para comernos unos Kunfu, llegamos al río y a la vereda que lo recorre en paralelo. Que sitio más increíble! La cabeza me está machacando, y el pie derecho me molesta un montón, pero todo tiene su remedio: pastillón de Dexketoprofeno y mis Salomon. Vaya dos inventos!!

La subida se me ha hecho larguísima, pero ahora me encuentro de maravilla, y este tramo de vereda, que no conocía, me parece un descubrimiento maravilloso. Desde luego, esta zona de Sierra Nevada es absolutamente incomparable, y mientras camino, pienso en cómo los primitivos habitantes de la Alpujarra supieron elegir donde había que quedarse, no hay un sitio con mas agua que este!

Después de doce horas de pateo, ya de noche, aparecemos por las calles de Trevélez. Ha sido un día acojonante, con un poco de todo, y que ahora colmaremos son una buena ducha y un homenaje a base de sopa y chuletón de ternera en la Fragua. El plan no tiene desperdicio, y encima nos llevamos la agradable sorpresa de encontrarnos en el bar con nuestro buen amigo Fernando Wilhelmi. Esto promete, y tanto!, Fernando y yo terminamos a las tantas con Manolo "Interlaken" y Paco el "Zocato" hablando de vacas "limoncines" y machos "medalla de oro", pero esa es otra historia...

El domingo, por más que se empeñe Fernando, va a ser día de un San Antonio, o lo que es lo mismo, de sentarse en una terraza, charlar, y como mucho levantarse para pedir otra ronda de cervezas. El Peñabon y Los Papos están a tiro de piedra, pero tendrán que esperar, pues si hay algo que esta claro, es que las montañas siempre van a estar ahí esperándonos, y hoy es día de descansar.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

QUE YA ME HE ENTERADO JODER!




Si uno entra con fruición en todas las paginas web de meteorología y no recibe ni un solo parte de buenas condiciones; si esa tarde del viernes está lloviendo, y nada indica que vaya a dejar de hacerlo; si tu compañero ese fin de semana se ha ido a ponerse púo de arroz y otras viandas por lo que no puedes contar con su compañia; si decides que como está claro que no te puedes ir a ningun sitio, te vas a abrir una botellita de vino del bueno y te vas a preparar un buen solomillo con champiñones y salsa roquefort; si de repente tienes claro que esta es la noche de volver a ver "Casino", una de mis pelis favoritas, larga de cojones además; si despues de hacer todo esto, te echas a dormir a más de las 2 de la madrugada, y caes redondo como si te hubieran pegado un tiro...Si despues de todo esto, tu cabecita se rÍe en toda la cara de los ritmos circadianos y todas esas chorradas y decide que a las cinco y media de la mañana ya has dormido suficiente y es hora de hechar un vistazo por las dos ventanas importantes de la casa, y te quitas las legañas, y te fijas bien y de repente exclamas, Coño! pero si hay bastantes claros! No te queda más remedio: te vas al monte y se acabó.

Desayuno: dos cafés y ducha para desconjestionar la espalda antes de ponerte a preparar al "enano". Comida: poca cosa, barritas, chocolate, leche condensada, galletas, y caramelos de café. Lo cierto-pienso-es que muchas de estas cosas tienen ya hasta dos "mulhacenes", pero qué carajo, seguro que estan buenas. Bebida: un litro de agua, y otro de té con miel en un termo(benditos termos cojones!). Ropa: todo lo de invierno, sin contemplaciones, que no sabemos el frescor que puede hacer, y una muda limpia que espero conservar seca. Para dormir: el saco y sanseacabó, el objetivo es pasar la noche en el Poqueira(lo que decido sobre la marcha) asi que no necesito esterillo ni nada más. Esta noche cenaré caliente en mi refugio favorito, no estoy nervioso no...lo que viene despues!

A las ocho y media en Capileira y a las nueve andando. La meteo...bueno, no está mal. Algunos claros, nubes altas, aunque eso si, bastante frio. A esta altitud subiendo por el pinar desde la Hoya del Portillo solo hay un par de graditos, ideal para andurrear y apretarse un poco en estas primeras rampas. El paseo se me hace maravilloso, ojalá no estuviera solo, mas que nada por compartir este rato tan lleno de vida. En tres horas, la última nevando levemente, estoy en el refugio. He venido muy rápido y bien, y la verdad es que me ha sabido a poco.

No está Rafa, pero si su hermana, y la verdad es que se queda con cara un poco de alucinada al verme por alli. Me recuerda que no he avisado y asiento, explicándole que lo he decidido esta misma mañana, y que solo tengo intención de darme un garbeo por las inmediaciones y pasar alli la tarde viendo nevar. El plan es perfecto, y no hay ningun problema por su parte. Me reserva cena y desayuno para mañana, pues pretendo levantarme, tomarlo y tirar para abajo. Me subo a las habitaciones, y en un pispas me cambio de ropa poniendome pantalón y chaqueta de gore-tex, dejo saco de dormir, muda, termo casi lleno(me lo beberé esta tarde, me digo), y meto en la mochila la chaqueta de pluma, tres barritas, el agua, el gorro, guantes y un par de cosas más por si acaso, entre ellas, crampones y piolet.

Salgo del refugio sin despedirme, a la francesa total, entre otras cosas porque no quiero que se me haga muy tarde pues ya son casi las dos de la tarde. Parece que ahora nieva más, aunque la visibilidad sigue siendo muy buena, y aunque el frio ha aumentado, no hay problema estando en movimiento. Cojo de nuevo el camino que lleva hasta la Loma del Mulhacen, y cuando llego al cruce, decido que voy a subir hasta donde pueda...

ERROR. A ver, por que no me doy media vuelta y marcho al confort del refugio? Buena pregunta, pero lo hecho, hecho está. Subo; voy por el camino que he hecho un porrón de veces y que no tiene perdida alguna, por lo que subo; y subo más, y más. Estoy solo, las condiciones han empeorado algo, pero precisamente por ello, me gusta la situación. Me estoy probando, y estoy probando lo que va conmigo, mi mente, mi cuerpo, mi rodilla, la ropa, las botas, todo. Me cruzo a dos montañeros, que sorpresa! van al refugio, me avisan de que arriba está muy mál, mucho frio y mucho viento, me dicen que tenga cuidado. Nos vemos dentro de un rato! les grito mientras me alejo.

Subo; y el altímetro del Suunto no deja lugar a dudas, 3429 mts., y lo que me condiciona más, -7º y un viento infernal. Me tenia que haber dado ya la vuelta, asi que no me paro ni a beber, y me doy la vuelta. Son las cuatro de la tarde, venga tío, al refugio y rapido...Aun no lo sabía, pero por delante me esperan ocho horas que no olvidaré jamas.

Llevo media hora de descenso y me acabo de dar cuenta que no voy bien. La ruta de bajada no está clara, entre otras cosas porque la ventisca que viene del oeste me impide ver con claridad a mas de cinco metros. El frio, mejor dicho, la sensación térmica es brutalmente baja, y poco a poco me estoy conviertiendo en una costra de hielo andante. Son las cinco y media, y la luz del dia está desapareciendo por momentos. Me he cruzado con algún mojón de piedras que aun no está enterrado en nieve, pero cuando he tratado de localizar el siguiente ya no lo he encontrado. Y lo que es peor, ya no se si voy en la dirección adecuada, es más, ya no se a donde voy. Estoy en la penumbra, muy solo, y a mis pies aparece una zona terriblemente encrespada de dimensiones faraonicas y que desde luego no reconozco para nada. Donde cojones estoy joder?! estoy confundido y nevioso, y empiezo a ser consciente de que mi situación no es nada buena. Tengo que bajar y perder altitud como sea, aqui estoy perdido y lo se, asi que me armo de valor y le meto mano a uno de los peores descensos que he hecho en mi vida. En buenas condiciones por aqui no iría ni de coña, me digo esbozando una mueca de ironía...Los crampones los llevo calzados desde el último tramo de la subida, pero el piolet no lo habia descolgado de la mochila; ahora no hay más remedio, me tengo que jugar el pellejo bajando un corredor entre roca que me pone los pelos de punta. La parte más tecnica la he dejado atrás, pero ahora estoy en mitad de un nevero con una inclinación increible. La nieve me llega por las rodillas y me da miedo provocar una avalancha pues en cada paso que doy arrastro un gran monton de nieve recién caida, esa nieve que sin que pueda hacer nada, mietras cae, me cubre mas y mas.

A mitad de bajada, antes de que la luz se fuera del todo, he echado un último vistado general a la inmensidad que me rodea, con la esperanza de identificar algo que me sea familiar, algo que me indique por donde seguir, pero no he visto absolutamante nada. Ahora, la oscuridad es total, y lo único que tengo claro es que cada vez nieva más, cada vez hace más ventisca y cada vez estoy más jodido. Tengo que bajar y lo se, pero por donde? hacia donde? empiezo a tener algo de miedo, y aunque no quiero asumirlo del todo, la idea de tener que vivaquear en mitad de la tormenta empieza a infundirme un temor absoluto. De repente, al fondo del barranco por donde bajo, me parece identificar una zona que me recuerda bastante a Rio Seco. Me cago en la puta! Estoy a 2700 mts.! puede ser el cruce para coger la vereda que lleva de nuevo, desde el otro lado, hacia el Refugio!! Me pongo eufórico, empiezo a vocicefar gritando todo tipo de improperios como si alguien los escuchara. Cruzo el río y empiezo a ascender un tramo de lo que creo que es un vereda, pues mas de medio metro de nievo lo cubre todo. Me parece que al final de la lomilla esta veré por fin la luz del Poqueira, por fin!!! Sin embargo, al final de la subida, no veo absolutamente nada. Me quedo petrificado. Dónde está el refugio?? No me habia dado cuenta, pero parece que hace rato que de cuando en cuando, aparece un relámpago que ilumina con un fogonazo todo lo que me rodea, en ese momento, aparece otro, y entonces me doy cuenta de que en frente solo hay otro montañon, otra inmensidad.


Me entra pánico. Me pongo a gritar esperando que alguien me escuche, pero estoy completamente solo. Hace horas que no he bebido nada, y no he comido mas que las tostadas con miel del desayuno, pero no tengo ni hambre ni sed, tengo miedo, y ahora soy consciente, tambien tengo mucho frio. No tardo en decidirlo, es momento de pedir ayuda: saco el Iphone, con la intencion de llamar al SEREIM, pero está claro, ni cobertutra ni nada. Y lo peor de todo, el frio ha afectado a la batería y no me queda más que un tercio. Menuda putada. Hay que seguir bajando como sea, esa es la única manera de no congelarme, asi que guardo el puñetero cacharro, reseteo mi cabeza, y me olvido de todo lo demás.

Cruzo de nuevo el río, y me encamino por el lado derecho del barranco. Ya he bajado a 2500 mts. por lo que el Poqueira me lo he dejado atrás, y alli, el calor de la chimenea y de mi saco Marmot de plumas, y ese té caliente por el que ahora mismo mataría. Ante mi, no veo absolutamente nada, es más, si apago la luz de mi frontal, no me veo ni las manos. De repente, parece que me encuentro con una acequia, o algo parecido. La sigo, con la esperanza que que sea la que va dirección a la Cebadilla...La acequia me conduze a un cercado de palos abandonado, cuya mayor parte esta por el suelo. No es mucho, pero algo es, asi que lo sigo, sin embargo, el problema principal persiste, pues llevo muchísimo rato caminando y no consigo bajar de 2400 mts. Estoy casi como en Borreguiles, pienso, y aquí no se puede pasar la noche ni de coña. Son más de las nueve de la noche, y decido que tengo que buscar algun sitio, una cueva, una roca, algo, lo que sea, para parar un momento y beber algo de agua. Tengo la tromenta encima, la nieve arrecia, la ventisca es ensordecedora.

No es exacatemte un Marriot, pero una roca enorme me sirve de parapeto por lo que por lo menos puedo volver a sacar el movil, y tratar de llamar. Aleluya!! Tengo cobertura!!!!Llamo al SEREIM, y tras varios intentos consigo que me atiendan. Trato de hablar con claridad, pero el frio me lo impide y soy consciente de que mis palabras no son del todo claras. El Guardia se llama Antonio, y solo el hecho de escucharle me tranquiliza. Le digo que le voy a dar mi posición con la localización de la antena GPS del telefono, y así lo hago, pero algo no cuadra pues me da una cosa rarísima. Me dice que va a posicionarme en su mapa, que me espere y que no me mueva porque me va allamar de nuevo. Supongo que se me ha notado, pues cuando le he dicho que no me deje tirado, la voz me temblaba, y no solo era frío. Vaya espera! Estoy tiritando de mala manera por lo que aprovecho para sacar la chaqueta de plumas y me la pongo debajo del gore-tex. Ya no tengo más ropa. Llevo dos guantes, uno de wind-stopper y otro encima de gore, camiseta y malla térmica, jersey de cuello, chaleco de forro, pantalón y chaqueta de gore, pasamontañas y gorro encima, pero estoy tiritando. Si tengo que pasar aqui la noche estoy jodido.


De repente, la musiquilla del movil suena, menos mal! Si! Si!Antonio!!Tío! esto me indica que estas encima de Trevelez! Ni de coña, le digo, yo creo que voy dirección a la Cebadilla! Ademas, el GPS del Iphone es una mierda y no me fío ni un pelo! Es verdad me dice, yo tampoco. Su voz suena cordial, casi como la de un amigo. Bueno , tienes que bajar, ya lo sabes , asi que hazlo y en cuanto veas algo vuelve a llamarme a ver si te puedo localizar. Vale! Gracias!!En cuanto a sacarme de este lío, no me ha servido de mucho, sin embargo, a mi lo que me vale es que Antonio sabe que estoy por aqui, ya no estoy solo, a partir de este momento, Antonio baja conmigo. Y bajo, poco pero bajo. No paro de andar,y por fin aparece una vaca. Me dan ganas de abrazarla coño! En esta época,los vaqueros bajan el ganado a zonas mas bajas donde no hace tanto frio, y donde los terneros están mejor. Muchas, incluso estan en cortijos donde les sirven pienso y forraje para comer...con un poco de suerte encontraré un cortijo, me digo.

Son las once y media de la noche. Acabo de cruzar cinco putos cortijos donde me las he visto perras para atravesar las alambradas y las cercas, y sin venir a cuento, de la manera más inesperada, acabo de ver una farola!!! Pero no puede ser! Me dirijo a ella, y bajo mis pies ahora hay una vereda perfectamante marcada. De donde viene esto? me pregunto. El camino se acaba, hay una calle cementada por la que bajo, doblo una esquina y giro a la izquierda. Ante mí, el cartel que menos me esperaba. Hotel ** La Fragua. ESTOY EN TREVELEZ?????!!!!!No te jode que el Iphone tenía razon! Lo siento Steve, no era nada personal.

No tengo ropa seca, no tengo calzado secao, todo está en el refugio, pero me da igual, al final voy a cenar caliente, y lo mejor de todo, dormir caliente. Manda huevos, si voy a ver la segunda parte del Madrid!

La aventura no terminó ahí. Al día siguiente, a las siete estaba en pie, fisicamante bastante recuperado, desayuné e hice auto-stop para ir hasta Capileira. De ahí, me subieron en todo terreno hasta mitad de camino de la Hoya del Portillo, y de nuevo me encaminé hacia el refugio del Poqueira, para poder recuperar el material. Estuvo nevandome todo el día, aunque el itinerario por el que fuí, el de las acequias, no da lugar a error y aunque es duro sobre todo en la parte del ascenso final, en cinco horas estaba recogiendo mis cosas, bebiendome una coca-cola y el casi litro de té que aun estaba caliente, y emprendiendo el camino de regreso por el mismo sitio. A las cinco y media de la tarde, ya en el camino, me encontre con Rafa que iba en su todo-terreno haciendo huella en la capa de nieve de mas de una cuarta que habia. Te estaba esperando! Estas bien? Me ha dicho mi hermana que tenias el coche ahí arriba....Joder Rafa, no sabes lo que me alegro de verte. Veremos a ver si podemos sacar tu coche, hay mucha nieve en la barrera. Justo en ese momento, pienso en silencio, ya está bien no? Que ya me he enterado de que no tenia que haber salido al monte coño! Un poco de tregua no!
Gracias Antonio, gracias Rafa, y gracias a TI tambien. Lección aprendida.

viernes, 7 de octubre de 2011

Dignitas






Sabéis esos carteles que abundan en los no menos abundantes bares de España en los que se lee"Que buen día hace! seguro que viene algún cabrón y lo jode" Es de un pesimismo absoluto, pero la verdad es que no le falta razón. Casi siempre, los de siempre, están dispuestos a fastidiarte la existencia como si ese fuera su pasatiempo favorito.

El otro día nos dimos un paseo por el monte con los niños. Nada fuera de lo común, pues elegimos para el andurreo el más común de los sitios cercanos a Granada, el LLano. En estos casos, la compañia es lo que le da a la salida el toque cualitativo, y contar con la presencia de tres montañeros en ciernes fue un lujo para los sentidos. Carmencilla, MªAngeles y Nacho son simpaticos para reventar, y deleitarse con sus ocurrencias es todo un placer, pero lo mejor es cuando sueltan alguna pregunta o frase descolocadora; hay te dejan planchao. "in vino et puer veritas".

Y que es la dignidad?, preguntó mi sobrina de adopción, y desde entonces ahí ando sin parar de darle vueltas al entuerto. Qué es la dignidad?

La "Dignitas",del latín "dignus", al igual que la honradez, la moral, la honestidad, el honor o la bondad, son todo cualidades que por principio deberíamos perseguir, renunciando pues a todo lo que esté en oposición. Todo ello en un caminar arduo y difícil por este sendero lleno de piedras y polvo que es la vida. A veces se consigue, a veces no; hay quien lo busca, hay quien no. Me gustaría haberle podido dar una respuesta que se lo aclarara, pero no fui capaz. La palabreja se las trae!; de uso frecuente a más no poder, vocablo reconvertido en santo y seña del último gran movimiento popular en contra de gobiernos y demás agrupaciones de golfos, y que como tal refleja un valor que por nacimiento poseemos. Por nacimiento, como si en el momento de la expulsión lo lleváramos impreso en papel del caro. Cómo se explica eso?

Y de repente, me he dado cuenta que me resulta mucho más fácil definir justo lo contrario, aquello que no es digno, aquello que solo el tufo que expele, echa para atrás. Lo vemos en el telediario, lo leemos en el periódico, es contenido de casi todos los boletines informativos, y no tiene una sola forma, tiene mil. Tampoco tiene una vestimenta única, ni un solo color, ni por supuesto es patrimonio exclusivo de uno u otro sexo. Pero queridos amigos! en esto último si existe una gran diferencia, para unos siempre se actúa por decreto, para otras no existe ese mismo rasero. La dignidad ya no vale igual, y si no somos igual de dignos unos y otras, es que no somos igual de libres.

Lastima y pena; Impotencia y frustración; Incomprensión e incredulidad; Dolor. Buen botín para el enemigo, que lo celebra triunfante al amparo de una leyes que son el paradigma de la injusticia. Y tu desgraciado, no digas nada porque la cosa aun puede empeorar. Hay que joderse cojones, ya quisiera yo poder llevar encima un cartel como ese otro que también hay en los bares, hay quien no iba a volver a pasar por mi lado en su puta vida.

PD. Con un par, Juez Serrano, con un par.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Repaso.




Después de muchas semanas sin aparecer por aquí, por fin encuentro un rato en el que sentarme delante de esta maquina con tranquilidad. El verano tiene estas cosas, o te aburres como una ostra y no sabes que hacer para pasar el sopor; o te encuentras con que no tienes tiempo para casi nada que conlleve un ratito de reflexión.

Cosas han pasado... a patadas ademas!, desde la feliz hora en la que volví al trabajo (Si si! Felicísima hora!!)hasta el hecho de vivir el peor día de mi vida montañera. Pero vayamos por partes, porque en realidad, hoy no tengo intención de hablar de montaña, sino de la crisis, o bueno, mejor dicho, de la no-crisis.

Llevo subiendo al monte un buen puñado de años, y Dios sabe que es sin duda el medio en el que me encuentro más a gusto. Sin embargo, si algo aprendí el pasado diecinueve de agosto es que, la naturaleza es siempre un entorno hostil, y cuando menos te lo esperas, se revela contra ti, contra tus decisiones y contra todo tu criterio, demostrándote que siempre es ella y no tu quien manda ahí arriba. Qué poca cosas somos joder! Fragilidad absoluta, como la de un torpe y gigantón boxeador de los "pesados" ante el constante aguijoneo de un Phernel Whitaker de turno. Por cada uno de mis golpes, duros y pesados, tres mil suyos, hasta que te revientan sin mas, y caes Knock Out. Y te vienen de todos lados, y no es que te duelan, es que acaban contigo. eso nos paso en el puñetero Haza del Lino, montañón costero con uno de los puertos de montaña mas duros de la Península, y que con sus escasos 2000 mts. de altitud, me tumbo como hasta ahora no había hecho ningún otra. Aquí y ahora lo digo: no volveré nunca. Y eso que la subida fue de gloria bendita, con tramos de toda índole: vereda, camino, cortafuegos, arista de roca, campo través. Pero de repente, la lógica montañera, esa que es tan necesaria y que casi siempre te saca de cualquier atolladero, no sirve. Te equivocas, y lo que tenia que ser la bajada guiada por el sentido común, se torna en el descenso más descomunal que he hecho en mi puñetera vida. 1600 metros de desnivel por un infierno de pinchos; cinco horas de sufrimiento extremo, no por el cansancio físico, que era mucho, sino por el colapso mental de en cada paso ser atravesado y lacerado por infinitas agujas que descarnaron piernas, muslos, brazos y todo lo que pillaban por medio hasta conseguir la rendición: el KO. Muchas veces he pensado que después de los 101 kms. de Ronda, no me encontraría nada tan psicologicamante duro, pero esto se ha llevado la palma por goleada.

Salí de allí por Fernando, sino, me tienen que sacar. Solo gracias a su tesón pude levantarme del árido metro cuadrado de suelo en el que me había abandonado y seguir caminando. Como tantas otras veces, gracias amigo; tu guías, yo te sigo. Ante una crisis, aunque todo indique lo contrario, no solo hacen falta arrestos para levantarse y seguir, sino que siempre es necesario un líder que crea por encima de todo, y que así lo transmita. Confianza, fuerza, voluntad y no desesperar esta al alcance de pocos, pero cuando uno de estos seres habla, el resto solo debemos levantarnos y seguir. Ya quisiera yo un individuo así al frente de la nación, ni Merkel ni Sarkocy dudarían de España ni de los españoles ni medio segundo.

Segundo Mulhacén del verano...a ver como explico esto. Al cerro, como le llaman los de Capileira, he subido de todas las maneras, o eso creía, hasta que lo hice con estos cuatro fenómenos que son José, Jesus, Paco y Kiko. "Brokeback Green Mountain", o lo que es lo mismo, el conjunto de individuos con menos pinta de montañeros que me he cruzado en mi vida...pero, cómo me lo pasé!! Increíble su tesón, sus ganas, su afán por hacer cumbre, su paciencia ante un descenso larguísimo, y sobre todo, su alegría. Me quedo con eso, con las ganas de reír y de disfrutar en un medio que está en las antípodas de a lo que están acostumbrados. No se si repetirán, espero que si, pero el otro día se graduaron con nota en su primer acercamiento al monte, y eso ya lo llevarán para siempre. La montaña marca a todo el que se acerca a sus laderas, y en mayor o menor medida, siempre tendrán un Mulhacén en el que fijarse. Mi gratitud infinita porque el que más disfrutó fui yo, parte de su felicidad también era mía. Otra Verde por favor!

En vez de tanta chorrada del FMI, de las primas de riesgo, y de su puta madre, los medios de comunicación deberían darnos una tregua informativa, y contarnos que en España, en el mundo, hay gente con dos cojones que se levanta por la mañana y le echa un par de pelotas al día; y que se propone disfrutar con su trabajo, y que no pasa la jornada quejándose de que le pagan mal y de que el jefe es un cabronazo. Que será verdad, y que no seré yo el que lo ponga en duda, pero que con una sonrisa en la boca el día pasa mucho mejor, se consiguen muchos mas clientes, y los desafíos y las penurias dejan de ser solo eso y se pueden convertir en alicientes para conseguir cualquier objetivo que nos propongamos, desde lo más peregrino hasta lo más inconcebible. Queridos Paco, Kiko,Jesus y José, contad con orgullo vuestra gesta! Exagerarla sin limites, y acordaos de ella siempre, pues si fuisteis capaces de esto, sois capaces de cualquier cosa.


Primer Mulhacen: el último día que colgué algo aquí casi no podía ni escribir de la emoción. Subir con mis hijos el Mulhacen es y será para siempre la mejor experiencia que he tenido en mi vida. Ha habido otras, no cabe duda, con ellos y sin ellos, pero esta ocasión fue especial en todos los sentidos. A aquellos que seáis padres, solo puedo animaros a que viváis algo así con vuestros hijos: ese puente, esa comunión, perdurará para siempre en sus memorias; en vuestra memoria. Será un comodín en la manga, una carta mágica que sacar ante una adolescencia en la que las amenazas son estremecedoras, y ante un futuro que es incierto. Para los que vayáis a serlo, no lo dudéis, este gusanillo se vive desde casa. Es una actitud, no una aptitud. Menos psp´s y mas aire libre!

Qué carencia de valores tiene esta sociedad. Todo es cuantificable en moneda y tiempo, y sinceramente, creo que es un error gravisimo. Si algo hicimos Fernando y yo durante esos tres días con los niños fue trabajar. Pero trabajar de verdad: organizando, dirigiendo, soportando, animando, tratando, compartiendo. Y puedo asegurar que nunca jamas me he sentido mejor pagado: la imagen de unos niños felices bajando por la Loma Del Mulhacen mientras charlaban con alegría, riendo sin parar, haciendo bromas sobre cualquier cosa, orgullosos del reto superado, ignorantes de las nueve horas y media de pateo que se iban a pegar en total. No puede haber mejor sueldo. Y yo me siento orgulloso por haber rozado la excelencia, pues con ese fin y por ese fin, esos niños nunca olvidaran esa aventura. Ojala fuera capaz de cada día encontrar esa excelencia en todo lo que me propongo: no habría reto inalcanzable. Ojala la excelencia fuera el objetivo común de todos los españoles, la crisis nos la habríamos pasado ya por el forro del pantalón. Mal haremos en confiar en que este incapaz de ZP deje las cosas sin empeorarlas mas, o en que cualquiera de los dos siesos que se presentan vayan a sacarnos del atolladero. Esto, como lo de antes es una cuestión de actitud, no de aptitud. O nosotros, o nadie.

La vida son desgracias. De esto, hay quien sabe mucho, otros por fortuna no se han enterado. Alfonso era un chaval majísimo. Le recuerdo desde el carricoche, pero sobre todo al lado de su tío Juan. No hacia nada malo, solo jugaba a las cartas con otros amigos y su hermana, en la acera frente al chalet, y de repente se murió. Muerte súbita, nada que hacer, solo llorar. Con Juan hace años que no hablo mucho, igual que con su mujer Susana, y el otro día después de todo este tiempo, me vi en la situación de querer llamarle para poder transmitirle algo de mi dolor.Aliviarle algo no era posible. Fracasé, se me saltaron las lagrimas y casi no salió palabra de mi boca. Le he dado mil vueltas pues el hecho no puede ser más dramático, y no me deja de obsesionar que por imbecilidades he estado durante años sin mediar palabra con quien otrora fue un gran amigo, al que quería y respetaba. Sinceramente, es para que a uno le den asco ciertas cosas de uno mismo. Lo peor de todo es que aun no he podido darle un abrazo! Jode Juan, espero que pronto, desde aquí ya te lo mando, a ti y a toda la familia. No perdamos más tiempo en tonterías.


Y cuando la vida no son desgracias? Pues me siento feliz. No puedo decir otra cosa. Creo que todos estos meses de penurias han tenido un sentido, pues al final del túnel había un premio. Ahora, cuando veo alguna que otra foto de mi rodilla llena de grapas, no puedo evitar pensar en que lo fácil hubiera sido lamerse las heridas. Elegí la otra opción, y me alegro. Soy un privilegiado por la familia que tengo, por mis amigos, y por mi trabajo. Le doy gracias a la vida y se lo pienso devolver.

PD. Gracias a todos.

lunes, 25 de julio de 2011

Qué puedo decir?


Pues no puedo decir nada, porque esta vez y sin que sirva de precedente, si estoy de acuerdo con la frasecita de que una imagen vale más que mil palabras. No puedo estar más orgulloso, más satisfecho y mas feliz de haber vivido unas jornadas tan montañeras con quienes son, que no os quepa duda, los dos personajes mas increíbles que campan por este orbe tan bonito y tan a veces escarpado. Cima del Mulhacen, si hasta arriba del todo con este par de fenómenos! Mª Ángeles y Nacho, Nacho y Mª Ángeles, dos montañeros en ciernes que este pasado sábado se cargaron nueve horas y media de pateo desde el Refugio del Poqueira al Mulhacen por la Oeste, y bajando por la Loma hasta de nuevo el refugio. A ver, yo no digo que sea una proeza incomparable, que no lo es pues muchos son los que lo han hecho antes y lo hacen con menos edad incluso, pero amigo, cuantos de vosotros seríais capaces de igualar esta ruta?





Coky, Nacho, Carmencilla, Carol, Alejandro, Mikel, Pablo, Dieguito. Sois inmejorables y nunca olvidaré estos tres días pues habéis sido todos ejemplo de que todo eso que se dice por ahí de la juventud actual y demás chorradas en realidad no aguanta ni el primer pre-lavado en caliente. Todos os habéis comportado de manera absolutamente encomiable, y para mi ha sido un placer total compartir esta expedición con vosotros. No puedo más que daros las gracias, gracias, gracias!



Pd. Compañero, a ti no tengo que decirte nada, solo que nada de esto hubiera sido posible sin ese par de cojones que tienes. Un abrazo!

miércoles, 13 de julio de 2011

Tened cuidado anda!



No me queda más remedio que hablar un poco de esto. He pasado un poco de miedo otra vez. El motivo no viene al caso, de hecho el incidente sucedió la pasada semana, sin embargo, puesto que no era yo el que directamente se encontraba en el filo del testarazo, por primera vez en años he sentido el pavor que uno es capaz de sentir si ve que alguien querido se encuentra en una situación de riesgo potencialmente incontrolada.

Últimamente, ósea, los últimos dos años, me he hartado de leer todo tipo de libros (beneficios de una baja de larga duración como la mía), pero sobre todo me he dado el gusto de comprar y leer toda la literatura de montaña que caía en mis manos. He leído con fruición, con deleite, con pasión, pero sobre todo con asombro. Porque no leo, no, ya no leo, solo estudio. Sensaciones, anécdotas, vías, rutas, aproximaciones, vidas…muertes, no hay nada que haya caído en mis manos y que no me haya deleitado en interiorizar, analizar, buscar alternativas y e incluso, volver a tomar decisiones de otras personas, de otras vivencias.

En enero, en este blog, hablé del dolor. El dolor es una sensación con varios grados de impresión en la consciencia. Estamos acostumbrados a darnos porrazos cada día, algunos de ellos nos hacen gesticular e incluso exclamar, pero pocas veces, muy pocas veces, el dolor llega a ser tan notable como para hacernos perder el control. Por desgracia, yo pase ese umbral el cuatro, el trece y el catorce de enero de este año, y os aseguro que no merece la pena comprobar qué se siente. Pero el dolor, con frecuencia también nos provoca miedo, y esa mezcla de sensaciones es lo que nos genera una sensación de pánico que nos puede hacer perder el control de manera absoluta. Nos bloqueamos, nos incapacitamos, dejamos de ser aptos, nos convertimos en incapaces. Cómo se domina pues una situación tan estresante como esa? No lo sé, me imagino que pasando por ella tantas veces como sea necesario. Mientras, a pencar toca.
El miedo es un aliado bastante sano porque nos protege, y porque nos mantiene bastante cabales ante las situaciones adversas. Por el contrario, el riesgo es un enemigo portentoso, ante el que solo unos pocos son capaces de enfrentarse y por ello son distintos al resto de la gente, son diferentes. A mí no me gusta nada el riesgo, hasta la palabra me echa para atrás, y sin embargo, reconozco que a veces, lo asumo confundiéndolo con dificultad, ignorándolo, minorándolo. A veces, y no es por la medalla ni por nada parecido, resulta que te ves coronando una cima que hace un rato ni te la habías planteado, en lo alto de una trepa que está claro que sobrepasa el planteamiento de ir a pelo, o exigiéndote un ritmo de ascenso que sabes que te puede agotar en menos de un tris. Sin embargo, sigues, subes, te arriesgas porque estás vivo, porque te quieres superar, porque…pues porque quiero ver lo que se ve desde ahí arriba.

Y siempre, absolutamente siempre me he jactado de ser un deportista razonable. Me he exprimido como un perro cuando era necesario y lo he considerado oportuno, y he sido reservón todas las veces necesarias para no gastar ni un gramo de más por aquello del “por si acaso”. Y pretendo seguir así. Es probable que alguno, mirando una placa de RX de mi rodilla izquierda piense que no es cierto lo que digo. Algún otro, al ver la cicatriz de la hemilamilectomía de la hernia discal, es probable que piense que tardé demasiado en decidir ciertas cosas…bueno y qué? Que tire la piedra el primero que se atreva. Os recuerdo que todos conducimos, y que esta es una actividad con catalogación de alto riesgo por la OMS, y…a que no os planteáis decirle mañana a vuestros jefes que pasáis de arriesgar conduciendo para ir al curro?!. Igual de peregrino: la carretera se lleva al año muchísimos ciclistas y, acaso el ciclismo es un deporte extremo? No, solo es cuestión de que hay cosas que pasan y sanseacabó. Siempre uso el mismo ejemplo: conozco muchísimos deportistas de mi quinta que tienen goteras a patadas, pero se positivamente que salvo que el “ogro” se los lleve antes, llegaran a viejos y nos hartaremos de contarnos batallitas. Por el contrario, también conozco otro buen puñado que, sin haberse meneado del sofá en su puñetera vida, mantienen unas articulaciones de adolescente absolutamente envidiables, pero que siguen con el NOBEL (es que como es light) , con el abono al leñazo gastro-alcohólico diario porque “yo me lo merezco”, y que no lo saben pero que la minga ya no se les levanta entre otras cosas por esa vida de pseudo-castigo que llevan y porque el colesterol y la hipertensión incipientes les están domando a latigazos ese “ tigre” que siempre han sido. Hay algo peor, lo “ otros” que ya ni están, eso es lo malo. Así que de riesgos mejor no comparar.

Mi post de hoy es un arrebato a favor de la vida en plenitud. A que quiero seguir saliendo al monte muchísimos años más, y que quiero seguir haciéndolo como hasta ahora, en la mejor de las compañías, en la mejor de las posibles facultades físicas. Y si llega el día en que ya no puede ser, pues chico, que le vamos a hacer, habrá que buscarse otra cosa no? Mientras, por favor, tened cuidado anda.

martes, 5 de julio de 2011

Regalo de cumpleaños.




Otra salida antológica. Lo pienso ahora, y aunque en mi interior aun esta instalada la euforia de los tres días de pateo, soy consciente de que quizá hace demasiado poco tiempo desde los últimos cuchillos como para andar por esos montes de Dios haciendo cumbres, algunas tan exigentes como la del Tozal del Cartujo por la cresta de los tajos de la Virgen. Pero es que entrar por una vertiente de Sierra nevada y salir por dos más allá, cruzar un "neveraco" de ciento cincuenta metros con casi 50 grados de inclinación, sortear una cresta rocosa con pasos de trepa, todo ello cargado con un "enano" de un buen puñado de kilos a la espalda no deja de tener un punto de narices.

Partimos a las tres y media de la tarde desde la Hortichuela, a 1300 mt. de altitud, por una vereda que pasando por el rebautizado Cerro del Sanatorio, nos conduce por un trazado maravilloso de ascensión sin descanso hasta los primeros borreguiles del Barranco de San Juan. A nuestra derecha dejamos el Refugio de San Francisco, el primero de Sierra Nevada y que ahora como casi todo lo que queda de aquellos años dorados del Montañismo granadino, esta hecho una mierda. Un paseo por la Sierra es un descubrimiento constante. Las distancias y los tiempos no tienen nada que ver con las medidas estándar a las que estamos acostumbrados en las ciudades, solo hay que ser capaz de olvidarse unos instantes del reloj, ese maldito tirano que portamos en nuestras muñecas y comprobarlo. De repente, formaciones rocosas que parecen salvables desde la distancia, se convierten en catedrales infranqueables que hacen perder el aliento tratando de ser bordeadas.

Primera noche en los Panderones. Hay que preparar el vivac, y eso no es moco de pavo. Parece mentira, pero en un lugar tan enorme como este, hallar un sitio medianamente llano y protegido como para echar al suelo cuatro esterillas donde dormir, no es del todo fácil. Al final, siempre se consigue, aunque ni la llanura sea tan llana, ni la protección de la roca valga de mucho ante un viento que ha decidido visitarnos después del crepúsculo. Sinfonía en Do Mayor de exabruptos corpóreos, consecuencia del cambio de presión, la ingesta constante de líquidos y las apreturas de las cinchas de la mochila. Ah! y la dieta! Kun Fu con sopa para todos. Por la mañana, después de las típicas coñas sobre la noche, asistimos impertérritos al fallecimiento de un borrego que, desvalido y probablemente herido, se ha refugiado en unas rocas cercanas y ante nuestra mirada compasiva, exhala su ultimo hálito de vida. La montaña es así, sobreviven los fuertes, los débiles palman. No será el único contacto con la muerte que tengamos en estos días.

Llega el momento de la separación: unos subirán por enésimna vez al Picacho, obligaciones familiares mandan retirarse hoy de la montaña, aunque no por ello dejaran de hacer un descenso brutal de 2000 metros de desnivel por los Campos de Otero. Otros, mi hermano y yo, nos liamos la manta a la cabeza y nos aventuramos hacia el objetivo marcado, regalo de cumpleaños para uno, muesca en la culata del revolver para otro. Abrazos y los mejores deseos para el resto de la jornada y compromiso de contactar al final del día, porque por encima de todo somos amigos y a unos y a otros nos preocupa la ruta propia y la de los demás. Buena suerte compañeros!...joder, esto es tan grande que en un instante ya no nos vemos: tío y sobrino a por el Veleta; dos hermanos ante su desafío.

El Cartujo tiene, como todas las montañas, varias maneras de subir. La que hemos elegido no es ni la más difícil, ni desde luego la más fácil. Para nosotros, para mi, es la del reto posible. Cruzar el nevero de los Tajos de la Virgen no conlleva ninguna dificultad, salvo la de obviar que un resbalón te puede costar un disgusto. Una buena huella, y un buen par de piernas capaces de asentar cada unos de los pasos son más que suficientes. Pericia y por encima de todo concentración, mucha concentración. El paso de roca intermedio no es nada del otro mundo, salvo que el "enano" que llevamos encima nos vuelca para el otro lado, y quieras que no dificulta el ascenso. Aun así, prueba superada, llegamos al Refugio de Elorrieta.

Hago un inciso porque me tengo que cabrear, otra vez. No lo puedo evitar, llevo una racha de enfados que me tienen un poco harto. No comprendo cómo, lugares que son patrimonio histórico y cultural de Sierra Nevada, padezcan un abandono tan indigno como el que sufren el cien por cien de los antiguos refugios de la Penibética. Parque Natural, Parque Nacional, Estación de Esquí y Montaña...y una leche. Sierra Nevada necesita un plan integral de conservación de veredas, caminos y refugios, para poder dar a conocer, desde un punto de vista turístico sostenible, todo el potencial que tiene este macizo. En Alpes esto sería inconcebible.

Nuestra cresta y nuestra cima ya están a la vista, la cosa no tiene mala pinta. Por aquí bien... por aquí ni en broma...y por aquí? Momentos de tensión: el silencio se apodera del ambiente; la grabación del vídeo se para; las advertencias y los parabienes se entrecruzan como queriendo quitar riesgo al compañero y asumirlo como propio. Nos hablamos poco, lo justo, pero al final, la sonrisa al ver la cresta cimera y como el terreno nos facilita el ascenso, desata un guiño de convicción, de propiedad de una cumbre que por uno rato será nuestra, de emoción.
Nos acordamos de todos. Y ahora empieza lo duro!, porque hay que bajar todo el testarazo de subida que nos hemos metido, y porque la gracia de la ruta concebida está, no solo en la subida y la cima, sino también en que después de tres días, mañana volveremos a la civilización por los Cahorros, dirección al San Garrito.

Descenso por la cara oeste, hasta otro gran ventisquero que con mucha precaución, cruzamos como podemos para, tras una hora larga de un caos de lajas y roca, por fin poner las suelas de las botas sobre la blandura de los primeros borreguiles de la bajada. Almuerzo en una Laguna, y segunda presencia de la muerte en nuestra ruta: toda la osamenta de una vaca entera esparcida por el terreno: raposos y demás alimañas se han dado un festín. Cruzamos infinitos torrentes y barrancos, hasta que el rió Dilar, en su vertiginoso descenso desde la Laguna, se interpone como el último obstáculo complicado de pasar antes de encarar las dos últimas horas de pateo del día. El barranco salvado, las vacas y sus becerras son testigos presenciales. Doce horas después de las ocho y media de la mañana, el Aprisco de Ighalo nos recibe con la desagradable sorpresa de que la goma que hace dos semanas, no despertó una sonrisa de oreja a oreja a Fernando y a mi, hoy aparece seca como la teta de una anciana. El vivac así no vale, y hay que solucionarlo. Y se soluciona, con esfuerzo y un poco de sentido común, localizando el problema unos cuantos cientos de metros más arriba, y arreglarlo mediante empalmes manuales. Tenemos agua, que es lo importante. Por la noche, tras dieta de Kun Fu con Sopa Maravilla, nos metemos en el saco en cuanto el cuerpo dice que ya no trabaja más.

Por la mañana, la meteo ha cambiado, y en vez de tomarnos el desayuno con tranquilidad, calentamos un poco de agua en el infiernillo, lo justo para disolver el café, y salimos zumbando para la Loma de Dilar. La lluvia, aunque escasa nos visita, y es mejor no llevarse un chaparrón innecesario. Ocho horas dura el descenso. otra vez el puñetero Collado del Pino, con sus infinitos piornos y demás vegetación repleta de pinchos como agujas. La Cantera de Serpentina nos da las buenas tardes bajo un sol ya de justicia, y comenzamos el camino que ya no dejaremos hasta la vereda del río Monachil. En la fuente de Diechar, apoteosis y orgía de agua, y es que la bendita fuente no puede estar en mejor sitio. Y de repente, en la Central, una aparición estupenda. Nuestro amigo Fernando ha venido a recibirnos y hacer el último tramo con nosotros. Y no solo eso! el tío se ha cargado en la mochila un par de latas de cerveza que nos invita a tomar allí mismo!! Que tío! Están hasta frías!

La vereda en cuestión, que hace dos semanas nos sirvió de acercamiento para la Laguna de las Yeguas, es una autentica joya de Sierra Nevada. Aérea, embarrancada, preciosa e, importantísimo, con agua. Sonrisa en las caras, satisfacción porque el final es glorioso, un autentico colofón a tres días de matraca. Por los Cahorros, entre familias con niños que como antaño, van al río a bañarse y pasar un domingo de calor, y escaladores de roca pendientes de la próxima presa, cruzamos los túneles naturales y los puentes colgantes. Al fondo, al final de la vereda, la Venta de San Garrito. Y como estamos en julio, y dentro de nada es San Fermin, cambiamos el nombre al santo Pamplonica, y le cantamos a nuestro monachilero Santo pidiendo su protección. Viva san Garrito! Son las cinco de la tarde, y ahora hay que celebrarlo.

jueves, 30 de junio de 2011

1313

1313 Visitas al Blog.

Sin más, gracias por el "casi" palíndromo.

J.I.

lunes, 20 de junio de 2011

Los Dos Ascensos.



3396 metros separan la cima del Veleta del nivel del mar. Es una montaña de esas raras a las que parece que de repente alguien le dio un leñazo por uno de sus costados, y le arrancaron dos tercios. Así, siempre que la miro me asalta la duda de cuánto se alzaría al cielo si esa línea maravillosa que recorre su cresta suroeste no se interrumpiera de repente con el corte que de súbito, configura uno de los precipicios más verticales, si no el que más, de toda la Penibética.
Durante un puñado de años fue mi montaña, cuya ascensión a primeros de agosto me absorbía de manera obsesiva. Días, semanas y meses de preparación a ritmos agónicos para, el día de la “subida”, poder afrontar con garantías de terminar la que por entonces consideraba la I.A.U (International Association of UltraRunners) la carrera de ultra-fondo más dura del mundo. Y si, digo terminar porque si bien otras carreras e incluso una maratón son la clase de pruebas en las que ajustas la planificación con vistas a lograr “tu marca”, en la Subida ese tipo de planteamientos no existen, o por lo menos son escasamente fiables. Hay demasiadas variables, por ejemplo el clima cambiante entre los 650 mt. de altitud en la salida del Paseo del Salón y los 2500 de la Hoya de la Mora en el kilómetro 35, donde empieza la verdadera prueba. Por no hablar del testarazo de los 50 kilómetros de tirada, con solo un par de descansos de falso llano que no juntan ni mil metros, y que hacen que la preparación sea todo un brindis al sol, pues en realidad, no hay manera de preparar algo así sin cambiar tu domicilio afincándote en Borreguiles, y dejarlo todo como si el mañana no existiera. “Conticoneso”, octavo en 2002.

El tiempo pasa, y las cosas y la manera de verlas son diferentes. Aquella montaña cuya cima era para mí el máximo reto deportivo paso a ser solo, enmarañada de kilométricos cables, pilonas y estaciones superiores de remontes, el punto más alto de la estación de esquí. Echo de menos esquiar, a pesar de que la etiología de este asqueroso año y medio de muletas y cicatrices sea un leñazo precisamente en esa práctica, pero es que con eso de las “arresbalaeras” tengo un “nosequé” que me puede, aunque desde la perspectiva de esquiador, el Veleta es solo otra pista más, otro remonte más.

Pero lo que son las cosas, ayer me reencontré con el Veleta. La montaña no ha cambiado nada, sigue teniendo ese perfil tan particular, tan arrogante, y las pilonas y los cables de acero siguen ahí, dormidos esperando que las nieves que el invierno traiga les obliguen a soportar el tránsito de miles y miles de esquiadores que en su mayoría desdeñaran un “Picacho” que durante décadas fue objeto de culto por parte de los primeros montañeros de Granada y de todos los que se acercaban a su sierra. Así lo constatan los escritos de los Diez Amigos Limited, y de cómo en su primer ascenso, se llegó incluso a realizar una comunicación con la Torre de la Vela en la Alhambra utilizando una gran hoguera que desde la misma cumbre y en el crepúsculo del día demostraría a los granadinos que unos cuantos aventureros llenos de espíritu habían llegado a la cima. Aquello era una proeza qué coño! Y había que contarlo, igual que hizo Luis Miguel Dominguín cuando le respondió a la mismísima Ava Gadner que a donde diantres se marchaba mientras ella aun yacía bajo las sabanas? -pues a contárselo a mis amigos!
Si hay una manera de alterar la perspectiva es cambiando el lado desde donde se mira o se encara, y en esta ocasión, lo que comenzó como un arrebato de dos montañeros en una tarde de domingo mientras disfrutábamos de un soberano ron Barceló con cocacola, ha terminado con una inolvidable ascensión al Pico por un acceso de los que no salen ni en los mapas montañeros de la Sierra. No! Ni vías inconcebibles ni riesgos exagerados! Solo el alargue de una ruta que si se hace por el itinerario normal no pasa de las tres horas pero que saliendo como en antaño, desde el valle de Monachil, nos ha tenido dos días enteritos metidos en faena. Una vereda casi perdida por la que hace medio siglo se bajaba con las acémilas cargadas de savia y esparto, y que tras cinco horas y cargados con el “enano” nos traspuso a la Central Hidroeléctrica de Diechar, punto de parada obligada para aquellos valientes que hace más de un siglo, se internaban en las laderas de la sierra.
Y cuando no hay ni camino, ni vereda, ni nada, se hace al andar como dijo Machado, y te llenas de pinchos y te cagas en su puta madre diecisiete millones de veces, pero al final resulta que llegas donde te habías propuesto, aunque solo sea con un par de tragos de agua y una barrita energética del mercadona. Y que sitio para andurrear! Como va dejando uno la mala leche cada paso que da, y cómo se valora un poco de agua en el camino! Lo que antes era grande y alto ahora, como por encanto, es chico; lo que se antojaba lejano e inaccesible, ahora es lugar de comedor y dormitorio, bajo un mar de estrellas, en una noche en la que un negro vestido de rayas rojas y blancas ha marcado el gol de su vida.
Por la mañana, no es que haya más luz, solo que es de día. La luna llena que nos visito desde la una de la madrugada, era como haberse dejado el flexo de estudiar encendido, claridad total. En medio, visita al aprisco de una vaca con cencerro y cabras montes: que todo el mundo tiene derecho, faltaría más.
A uno le suben en una silla acolchada con foam negro casi hasta la cima del Veleta, y después solo hay que decidir hacia donde se deja caer: si en dirección a Borreguiles o a la Laguna de las Yeguas. Los más, al primero, pues es donde esquía la mayoría del pueblo, los otros, se aventuran en la zona más montañera de la estación, junto con la de Cauchiles. Por la Laguna he bajado un porrón de veces. Ha habido días en los que no he salido de allí, haciendo todos los fuera de pista posibles, e incluso esperando en las cotas altas a que los medios mecánicos indicaran que el horario de cierre había llegado para después, bajar por esas pronunciadas laderas en soledad absoluta, disfrutando del silencio y de un efímero sentido de propiedad. Y sin embargo, nunca había subido andando desde tan abajo por ahí. No digo cruzarlo, que si lo he hecho dirección al Elorrieta, sino subirlo desde las primeras eses del río Dilar, y no parar hasta que llega el precipicio de Rio Seco. Ayer lo hicimos, gracias entre otras cosas a que las punteras de las Garmont de Fernando tallaron en la nieve unos magníficos peldaños por los que incluso una pierna izquierda aun no apta para chistes verdes, podía encontrar apoyo más que suficiente.
Agua del barranco y trozo de chocolate. Combustible para motores diesel como nosotros, que con paso de vaca nos plantamos en Logroño si es que hace falta. Y ya llegamos a la Carigüela, con paradita incluida entre sevillistas (qué pesaos), y a seguir para la cumbre, que ya la estamos rozando. Y la cima llega, y la emoción, aunque contenida también. Muchos meses de sin sabores y de penar del quirófano a la rehabilitación, con tragos tan amargos como el Efferalgan 1 gr. Ayer se quedaron ahí arriba unos cuantos, pues empecé a cobrarme un poco de lo que en justicia, esta vida que es muy perra, me debe.

Bueno, y ahora hay que bajar. Cuántas veces he dicho en este humilde foro lo peligroso que son los descensos. Cuántas veces he soltado el dato maldito: el 80% de los accidentes en montaña se producen en los descensos. Solución, paso de vaca otra vez. Otros lo harán en dos, pero nosotros no vamos tan apurados, y si hay que echar cinco o seis horas, pues andando. Además, ir despacio aporta iluminación, y de repente lo que iba a ser un descenso coñazo por la ruta normal, se convierte en un disfrute bajo un solo de justicia pero que lo alivian los borreguiles encharcados hasta los topes. De borreguil en borreguil y tiro porque me toca, que otra vez hay que sacar el manual de peón caminero e inventarse una travesía horizontal de las que en “invernal” le ponen a uno de los nervios, por no decir que acojonan.
Gracias a José Alberto por estar ahí para recogernos sin destino fijo, un detalle. Ya son las ocho de la tarde, y llevamos doce horas de pateo, con cima incluida. Para la mayoría esto será una castaña, para mí, el segundo ascenso más importante del año, después del de El Granada a primera división.

domingo, 19 de junio de 2011

Prueba Superada.

Tropecientasmil personas en Puerta Real, los Cármenes y por las principales avenidas Granada, y con derecho. Es de justicia, pues por fin, tras muchos años de peregrinar por el desierto de las divisiones menores, el equipo local, no el invento, sube a primera división. Mas cojones que palmeras, el Elche se tendrá que esperar.

Si dijera que soy del Granada mentiría, lo que pasa es que soy de Granada, y por tanto, más allá de sentirme orgulloso de una ciudad tan maltratada institucionalmente, lo que me siento es responsable de apoyar en todo lo que en mi mano esté aquellas iniciativas que tengan como fin, independientemente del lucrativo que también vale, la promoción y el impulso de Granada y su provincia. El fútbol es un espectáculo que cada vez me aburre más o...me pone menos, y salvo mi obstinada debilidad por la selección española (deber patrio) y los ramalazos madridistas que me permiten entablar inútiles y a la par divertidisimas discusiones con el bueno de Dani, por lo demás, esto del fútbol me la refanfinfla. Pero, qué diantres! hablamos del equipo que con una camiseta rayada al revés, se ha empeñado en darnos una alegría y una lección. La alegría es el ascenso, la lección es que mientras haya voluntad, a pesar de fallar una y otra vez, siempre hay opciones.

El caso es que el fútbol me da un poco igual, y por eso y por otras muchas razones, ayer, mientras que "el resto de los mortales" cantaba el gol de Ighalo en el campo( los que pudieran), en los bares, o donde se pudiera ver retransmitido el encuentro; mi compañero y amigo Fernando, socio del Granada por cierto, y yo nos afanábamos en preparar el vivac al lado de un apestoso aprisco a 2400 mts de altitud, pero con un caño de agua que nos recompuso después de casi trece horas de pateo y pseudo-exploración por una de las vertientes de acceso menos frecuentadas de Sierra Nevada.


Bendita FM y bendita radio. Ahora, ya en la comodidad del sofá de casa, tras otras doce horas de andurreo con salida por, cómo decirlo... la "otra puerta" de la sala, os digo que no solo cantamos casi en directo el gol del Granada, sino que bajo un cielo de estrellas maravilloso con una Osa Mayor al alcance de los dedos, nos desgañitamnos con dicho gol, animamos y vitoreamos a los jugadores, sufrimos con el equipo en el último tramo, nos cabreamos con los cinco minutos de alargue, y al fin nos abrazamos coreando a dos voces Vamos mi Granada, Vamos Campeón!

En breve contaré lo de éste par de días, pues no hubo desperdicio, pero hoy, porque es de justicia y así lo ruego, mi enhorabuena para el Granada.

viernes, 3 de junio de 2011

Montañas como putas.




A mi se me pone cara de mala leche cuando leo noticias como la que ayer publicó Marca en su diario. No voy a entrar en detalles porque toda la polémica me parece una chorrada, pero por hacer un breve resumen, solo se trata la envidia entre los dos montañeros españoles, no mejores, sino los que más parches han llevado en sus chalecos a lo largo de la historia. Uno, Oiarzabal, que es un tipo absolutamente des aconsejable por su carácter obstinadamente mandon y afán de protagonismo; y la otra Edurne Pasaban, que por lo mostrado en la última serie de Al Filo de lo Imposible, cada vez se parece más a una friki iluminada en busca de los records más absurdos. En fin, que cada uno se gana la vida como quiere y puede, pero lo de este par de mendrugos cada vez es más ridículo. Esto es lo que pasa cuando uno practica profesionalmente un deporte en el que no existen los ni los rivales oficiales, ni un ranking de ganancias, ni una final de Champions Leage en la que pelear por una copa enorme. Nada de eso hay en la montaña, pues por encima de todo es la lucha del ser humano contra si mismo, y contra las dificultades que la madre naturaleza pone en su camino. Lo demás son historias, pequeñeces de seres inferiores.

Para mi la montaña es romanticismo. Nunca he buscado en ella ni la gloria ni el destacar sobre nadie, en todo caso el darme cuenta de cuan grandes son mis limitaciones y en qué medida soy capaz de enfrentarme a ellas. Y por encima de todo el disfrute de las esencias: un efímero atardecer; sentir la lluvia y el viento en la cara; el sonido del silencio roto por el golpear de los bastones en las piedras del camino; un claro que se abre en las nubes y por el que asoman las caras norte de la Alcazaba y el Mulhacen; darse cuenta de que hay cosas que cobran sentido por que tiene lugar aquí y ahora; descubrir que la creatividad gastronómica no es ni mucho menos patrimonio de Ferrán Adriá; la conversación, el cansancio y la risa; empaparse los pantalones con la hierba alta; atisbar en la lejanía el perfil de una cabra montés oteando el horizonte; intuir la mirada curiosa de un zorro...

Os dejo una pregunta. Todos sabemos desde que somos niños cómo son los sapos, pero, cuántos habéis visto uno? Sin trampas: no cuentan ni los que los que salen en los documentales de la 2 ni los que llevan corbata o vestidos de marca en telecinco.

Como es lógico a 8000 metros no hay nada de esto. En esos rigores solo permanece la belleza monumental de las montañas en las que no existe la vida porque nada con vida puede sobrevivir. El ser humano solo puede estar de paso unas horas, y en esos pasajes su deterioro físico y mental es tan enorme que sobrepasar los tiempos marcados conduce irremediablemente a la muerte. Aunque parezca mentira, en este entorno de hostilidad medioambiental, los hombres son capaces de sacarse los ojos haciendo gala del más infame de los siete pecados capitales, aquel por el que es imposible sentir placer. El Campo Base se convierte en un prostíbulo; la cima es la puta que se contrata. Pena de gente. Ante estos ataques al verdadero sentido del Montañismo, nada como tirar de biblioteca. Por cada una de estas historias miserables y por cada uno de estos personajes rastreros, hay cien anécdotas maravillosas y mil montañeros paladines del honor y la dignidad. Vivencias que no solo dignifican a los vivos, sino que también engrandecen a los muertos.

El Rupal es la pared de montaña más alta de la tierra, 4500 metros verticales en el Nanga Parbat, uno de los ochomiles más complicados, si es que hay alguno que no lo sea. Tras muchas horas de espera, en el campamento base no pueden aguantar más y aunque saben que las posibilidades son nulas, el grupo de rescate asciende por las cuerdas fijas en busca de los cuatro montañeros japoneses que no han regresado de la tormenta. No dan con ellos, y en un gesto de esperanza infinita, dejan en la pared una gran bolsa con material y alimentos.
Años después la pared del Rupal vuelve a ser atacada por otro grupo de cuatro montañeros.Se encuentran en el corredor Merkl a pocos metros de la cumbre, y uno de ellos empieza a dar síntomas de mal de altura. Ademas, la meteorología se vuelve en contra y la nieve que no cesa de caer propicia las primeras avalanchas. Uno de estos aludes los arrastra precipicio abajo, pero la cuerda que les asegura no cede y el tornillo del que penden sigue aferrado al hielo: un milagro. Se reponen y comienzan a bajar y tras muchas horas de montar y desmontar penosos rápeles, dos de ellos llegan a una zona donde pueden sentirse seguros. Voy a soltar las cuerdas! Gritan desde arriba, pues han decidido destrepar por temor a que se quedaran enganchadas al tirar de ellas diagonalmente. El viento, su enemigo, se lleva parte de sus palabras y los de abajo entienden erróneamente el mensaje-Vale, las suelto!-reponden y las cuerdas vuelan al vacío junto con sus posibilidades de sobrevivir. Error fatal.

Los dos opciones que se les presentan son claras. O se dejan morir, o sabiendo que no hay posibilidad de éxito tratan de descender la pared del Rupal sin cuerda. Los hierros al trabajo, crampones y piolets al tajo y comienzan a bajar tres mil metros de abismo. De repente, algo llama su atención. El viento y el sol han hecho estragos, pero tras el evidente aspecto erosionado, se distingue un petate con evidentes caracteres escritos en japones. Lo abren y en su interior encuentran abrigo, cuerdas, pitones, tornillos, un infiernillo, comida y una tienda. Lo abren y encuentran su vida, que la habían dado por perdida y los japoneses muertos se la han devuelto. "Una ofrenda del más allá"

A "Juanito" y a "Pasita" les invitaba yo a darse un día un paseo por el monte sin cobrar. A que suban el recién nominado Collado de Santa María del Paritorio, por encima de la Vereda de la Estrella. Y que conocieran a Rafaela, ternera que vino ayer al mundo y a la que tuvimos el placer de conocer junto con su madre. Y que se quiten tanto parche coño!

martes, 17 de mayo de 2011

Hablemos de tenis.



Víspera de cuchillos otra vez, y ni pizca de ganas, como no puede ser de otra manera. Curiosa la contradicción de estar esperando con ansiedad que te llamen para decirte que te ingresan, y sin embargo, cuando lo hacen, en el fondo lo que te entra es un frio de cojones a sabiendas de lo que se avecina. Está claro, gajes del oficio de paciente habitual. Y la cara que se te pone cuando recibes la enhorabuena porque ya te van a operar, es para hacer un cuadro. Si tú supieras…Bueno, el caso es que en este ir y venir del hospital a casa y de casa al hospital, lo importante no es, por lo menos para mí, lo que pase en medio, sino el resultado final. Ahí es donde se verá si todo esto ha servido para lo que en principio se propuso, o no. Que el fin justifique los medios, y lo pasado al hoyo.
Cuando uno es consciente de que ya no va a volver a realizar ciertas actividades, puede hacer dos cosas: te puedes parar a lamerte las heridas y compadecerte, o por el contrario preguntarte con ilusión cuál serán las que sí podrás hacer. Ganar o perder, dependerá de cómo lo afronte uno.
Como ejemplo yo me quedo con Nadal. Debería de estudiarse en el colegio como modelo a seguir, no solo por sus meritos deportivos, sino por su canon de comportamiento. Hasta los más necios podemos aprender de él cómo se gana con honradez, y como le ocurre ahora contra ese “bestia” de Djokovik, como se pierde con dignidad. Nadal es el modelo en el que se inspiró Kipling cuando escribió If. Es un ser superior, el deportista total. Tengo un amigo que dice que si Rafa se presentara a las elecciones, él le votaría-por lo menos sabemos que tiene cojones, argumenta, y es que es verdad.

Hablemos de tenis. Juntándolos todos, yo habré conseguido pasar la bola unos diez o doce juegos, así que mi experiencia no vale. Pero tengo ojos, y oídos, y mucho más que con el futbol o esos otros deportes canallescos, disfruto de lo lindo con este paradigmático espectáculo. Y no tanto por lo físico, que lo tiene y mucho, sino más por el carácter psicológico del juego, que sin duda, es la piedra roseta de los grandes campeones. El tenis es la demostración empírica de que el mejor siempre gana. No hay trampas de por medio, ni artificios que desvirtúen el resultado: si hoy he sido mejor que mi contrincante, habré ganado, si no, otra vez será. Salvando los océanos de distancia, hay ciertas similitudes entre el tenis y la montaña. Un partido a cinco sets es como una gran ascensión en el Himalaya: se tiene que hacer por etapas. Si en el glaciar del Kumbu, los que intentan ascender el Everest pasan una y otra vez por los mismos recorridos para ir aclimatándose y finalmente poder atacar la cumbre, en el caso de la raqueta, uno a uno han de ir ganando juegos con el fin de presentarse en el último tramo con mayor cantidad de opciones de victoria. En ambos casos, ni siquiera con medio pie en la cumbre, está asegurado el triunfo. En cualquier momento la situación puede dar un giro inesperado. Un desfallecimiento y las posibilidades de la cumbre se esfumaran; un par de minutos de desconcentración, y el set definitivo se perderá. No hay minutos basura, pues el partido termina cuando termina. No hay contrincante pequeño, pues hasta el más tonto te hace un nudo, y te saca de la pista. Como en la montaña, no vale especular. Un mal gesto en un momento comprometido, y llegará la caída; un mínima descoordinación y la pelota no pasará la red.

Y luego está la liturgia del tenis. Cierto es que cualquier cosa que se haga con decoro me llama la atención, pero en este caso, lo hace de manera especial. Todos los partidos están llenos de gestos que, pudiendo pasar desapercibidos, a los ojos del observador son fuente de inspiración. El respeto entre los rivales. La colocación de los recogepelotas, los jueces, el público. Las innumerables manías de Nadal, tan necesarias para su rutina de concentración, los monólogos internos de Ferrer, la expresividad de Djokovik, la grandilocuencia de Monfills, la seriedad de Berdich,… la majestad de Federer. Cientos de detalles que hacen de este deporte algo especial.

Parece que estaré una semana ingresado, y luego a casa en reposo activo. Coincidencia o no, en nueve días empieza Roland Garros, así que por una vez puedo decir que a veces las cosas cuadran en el tiempo. Una de las pocas cosas que ha demostrado la historia es que Francia está ahí para ser invadida, así que, adorado Rafa, a por Francia.

Pd. No se me puede olvidar: todo esto no sería lo mismo si no nos lo contara Tomás Carbonell.

lunes, 9 de mayo de 2011

¿Hola qué tal, nos damos un paseo?

Ante todo perdon a todos los que habeis entrado por tan larga ausencia de mi propio blog. A veces, las cosas dan poco de si, y tampoco he tenido demasiadas ganas de estrujarme la cabeza por contar algo que ni a mi me interese.

Mientras que por doquier no paran de suceder acontecimientos trascendentales, en mi entorno personal, las maniefestaciones de apoyo y cariño incondicional que me transmiten familia y amigos, son lo más destacado de una situación de cojera pasajera, que me hace pasar más tiempo remando en la maquina del gimnasio que andando por el monte. A pique de entrar otra vez en los cuchillos, la verdad es que lo suyo es aprovechar las oportunidades que nos queden. Y así, de vez en cuando, y casi por casualidad, resulta que con mi cordada habitual (que tampoco anda como es debido) no calzamos las Salomon (habia que caninozar al diseñador de esta mágnifica alpargata), y nos damos un paseo por la baja montaña de nuestros alreddedores. Esa baja montaña que esta saliendo de Granada. Parece tan natural como un amanecer, pero contadle a uno de Madrid eso de que cruzando el Puente Verde, a tiro de piedra de Puerta Real empieza una vereda tan maravillosa como la de la Fuente de la Bicha, y le dejareis más planchado que el traje de Del Nido.

Pero no solo es La Bicha y sus multiples variantes: el Camino de los Neveros, el LLano de la Perdiz, Jesus del Valle, la misma Vega, o ¿por qué no? los Cahorros! Para llegar a estos parajes no hace falta ser ningun "chaleco con parches" os lo aseguro, hasta los que andamos a medias podemos disfrutar del verdor exultante de esta primavera sin hacer apenas desplazamiento en vehículo a motor. Y vive Dios que la diferencioa entre dar un andurreo por estos lares a darlo por el Parque García Lorca es de aupa. (Y que conste que de mis años de corredor aun seré uno de los granadinos que más vueltas le ha dado al parque de Arabial). Con esto os digo que merece la pena a provechar la tarde que termineis antes de trabajar para ataros las zapatillas y dejar que os sorprenda la maravilla de colores, aromas y sonidos que en estos días colman las veredas que lindan con la urbe.


Pd: Hoy me ha mandado un correo una antigua compañera del Manjon de la que guardo un cariñoso recuerdo, como casi de todo lo de aquellos años. Como muchos de los de mi quinta, ahora se encuentra en plena crianza y por ende, sus posibilidades de "salir" podria parecer que estan limitadas en este sentido. Pues bien, todo lo contrario: Me decia que se habia pegado un paseo por el rio Dilar con su pequeñajo de dos años. Pues claro! Por qué no? Una mochila de porteo es mucho más barato que salir un sabado a comer con la familia, y con eso , agua y la debida indumentaria, lo unico que hay que poner son las ganas, asi que lo siento, los que andais con nenes tampoco tenéis excusas.