miércoles, 13 de julio de 2011

Tened cuidado anda!



No me queda más remedio que hablar un poco de esto. He pasado un poco de miedo otra vez. El motivo no viene al caso, de hecho el incidente sucedió la pasada semana, sin embargo, puesto que no era yo el que directamente se encontraba en el filo del testarazo, por primera vez en años he sentido el pavor que uno es capaz de sentir si ve que alguien querido se encuentra en una situación de riesgo potencialmente incontrolada.

Últimamente, ósea, los últimos dos años, me he hartado de leer todo tipo de libros (beneficios de una baja de larga duración como la mía), pero sobre todo me he dado el gusto de comprar y leer toda la literatura de montaña que caía en mis manos. He leído con fruición, con deleite, con pasión, pero sobre todo con asombro. Porque no leo, no, ya no leo, solo estudio. Sensaciones, anécdotas, vías, rutas, aproximaciones, vidas…muertes, no hay nada que haya caído en mis manos y que no me haya deleitado en interiorizar, analizar, buscar alternativas y e incluso, volver a tomar decisiones de otras personas, de otras vivencias.

En enero, en este blog, hablé del dolor. El dolor es una sensación con varios grados de impresión en la consciencia. Estamos acostumbrados a darnos porrazos cada día, algunos de ellos nos hacen gesticular e incluso exclamar, pero pocas veces, muy pocas veces, el dolor llega a ser tan notable como para hacernos perder el control. Por desgracia, yo pase ese umbral el cuatro, el trece y el catorce de enero de este año, y os aseguro que no merece la pena comprobar qué se siente. Pero el dolor, con frecuencia también nos provoca miedo, y esa mezcla de sensaciones es lo que nos genera una sensación de pánico que nos puede hacer perder el control de manera absoluta. Nos bloqueamos, nos incapacitamos, dejamos de ser aptos, nos convertimos en incapaces. Cómo se domina pues una situación tan estresante como esa? No lo sé, me imagino que pasando por ella tantas veces como sea necesario. Mientras, a pencar toca.
El miedo es un aliado bastante sano porque nos protege, y porque nos mantiene bastante cabales ante las situaciones adversas. Por el contrario, el riesgo es un enemigo portentoso, ante el que solo unos pocos son capaces de enfrentarse y por ello son distintos al resto de la gente, son diferentes. A mí no me gusta nada el riesgo, hasta la palabra me echa para atrás, y sin embargo, reconozco que a veces, lo asumo confundiéndolo con dificultad, ignorándolo, minorándolo. A veces, y no es por la medalla ni por nada parecido, resulta que te ves coronando una cima que hace un rato ni te la habías planteado, en lo alto de una trepa que está claro que sobrepasa el planteamiento de ir a pelo, o exigiéndote un ritmo de ascenso que sabes que te puede agotar en menos de un tris. Sin embargo, sigues, subes, te arriesgas porque estás vivo, porque te quieres superar, porque…pues porque quiero ver lo que se ve desde ahí arriba.

Y siempre, absolutamente siempre me he jactado de ser un deportista razonable. Me he exprimido como un perro cuando era necesario y lo he considerado oportuno, y he sido reservón todas las veces necesarias para no gastar ni un gramo de más por aquello del “por si acaso”. Y pretendo seguir así. Es probable que alguno, mirando una placa de RX de mi rodilla izquierda piense que no es cierto lo que digo. Algún otro, al ver la cicatriz de la hemilamilectomía de la hernia discal, es probable que piense que tardé demasiado en decidir ciertas cosas…bueno y qué? Que tire la piedra el primero que se atreva. Os recuerdo que todos conducimos, y que esta es una actividad con catalogación de alto riesgo por la OMS, y…a que no os planteáis decirle mañana a vuestros jefes que pasáis de arriesgar conduciendo para ir al curro?!. Igual de peregrino: la carretera se lleva al año muchísimos ciclistas y, acaso el ciclismo es un deporte extremo? No, solo es cuestión de que hay cosas que pasan y sanseacabó. Siempre uso el mismo ejemplo: conozco muchísimos deportistas de mi quinta que tienen goteras a patadas, pero se positivamente que salvo que el “ogro” se los lleve antes, llegaran a viejos y nos hartaremos de contarnos batallitas. Por el contrario, también conozco otro buen puñado que, sin haberse meneado del sofá en su puñetera vida, mantienen unas articulaciones de adolescente absolutamente envidiables, pero que siguen con el NOBEL (es que como es light) , con el abono al leñazo gastro-alcohólico diario porque “yo me lo merezco”, y que no lo saben pero que la minga ya no se les levanta entre otras cosas por esa vida de pseudo-castigo que llevan y porque el colesterol y la hipertensión incipientes les están domando a latigazos ese “ tigre” que siempre han sido. Hay algo peor, lo “ otros” que ya ni están, eso es lo malo. Así que de riesgos mejor no comparar.

Mi post de hoy es un arrebato a favor de la vida en plenitud. A que quiero seguir saliendo al monte muchísimos años más, y que quiero seguir haciéndolo como hasta ahora, en la mejor de las compañías, en la mejor de las posibles facultades físicas. Y si llega el día en que ya no puede ser, pues chico, que le vamos a hacer, habrá que buscarse otra cosa no? Mientras, por favor, tened cuidado anda.

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