jueves, 23 de septiembre de 2010

Cuaderno de Bitácora

Día 1:

Se acabo lo que se daba, por lo menos eso parece. Ya estoy ingresado en el hospital, con cama y con letrero con mi nombre detrás de la misma. Incluso el diagnóstico es correcto, o casi, rotura de ligamentos. Me ha tocado al lado de la ventana, y por eso estoy contento; yo en los aviones, siempre pido ventana…
La noche de ayer fue espectacular. “Noche mora” como dice Juan, el mejor pescador de la zona. Pero no lo dice por alguna referencia a los relatos de Irving o de Gala, no, lo dice porque era noche de pateras, pues la mar estaba completamente en calma, y la luna llena alumbraba de manera asombrosa, como queriendo enseñar el camino a todos esos que con más valor que conocimiento, se aventuren a navegar hasta la península. Hasta las dos de la mañana estuvimos con las cañas echadas, una cerveza en la nevera y bocadillo de tortilla en ristre, conversando, riendo y como “buenos pescadores“ exagerando sin piedad, que para sufrir ya habrá otro rato. Por supuesto nada de pesca, eso ya hubiera sido como jugar al póker y ganar: mejor imposible. Hoy la mañana ha sido diferente, lluviosa y con ligero viento de poniente, que confirmaba el cambio de estación, y el cambio de tercio para la dichosa lesión de mi rodilla. Aun así no he dejado pasar la oportunidad de echar el último rato de agua, y de verdad que lo he disfrutado. Daba igual que la temperatura fuera un pelín fresca, o que las primeras gotas de lluvia me hayan cogido en el segundo largo del baño, por encima de todo, lo importante era guardar un recuerdo fresco de algo tan simpar como nadar en Calahonda, para mí la mejor playa del mundo.

Ahora, ya en el hospital, la incertidumbre y el nerviosismo se han hecho fuertes en la habitación. La situación me recuerda a la escena de Juncal en la que su hijo, tumbado en la cama de un hotel en Portugal, recibe la visita del propio Juncal y este le cuenta la anécdota de el periodista taurino mariquita que antes de torear le decía de corrido todos los sinónimos de la palabra miedo, con la esperanza que de tanto mentarlo, el mismo miedo se aburriera de escuchar su nombre y se fuera con viento fresco: Canguis, canguelo, julepe, jindama, repullo, temor, aprehensión, susto…. que grande Paco Rabal, que grande!. Estoy sentado en la cama, mientras escribo esto, y no paro de pensar en cómo estaré mañana a esta hora. Se supone que a primera hora empiezan con los cuchillos así que, como pedí el otro día, solo espero que los cirujanos se acuesten hoy prontito y no se pasen con la 1925...yo por si acaso me he tomado una. Buenas Noches.

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