lunes, 28 de junio de 2010

Breverías: banderas en los balcones.



Soy un ferviente defensor de los símbolos y la liturgia de los actos. Cuando hice la mili, me acuerdo que una tarde, después de la instrucción, pedí permiso para hablar con el subteniente de mi brigada para quejarme por la falta de entrenamiento que teníamos y el ridículo que hacíamos desfilando al lado de una compañía de Infantería de Marina que ensayaba con nosotros el desfile de la Jura de Bandera.Casi me arresta, pero yo insistí e insistí en que había que practicar más, y le ponía como ejemplo a los Infantes, y cómo a ellos les salía perfecto. ¿qué quieres, que estemos todo el día desfilando? - ¿y por qué no?-pregunté-¡si estamos aquí habrá que hacerlo bien!¡se trata de eso!.

Hoy viendo los partidos del Mundial, me emociono con el himno de España, no lo puedo evitar. Cuando aparecen en la tele los equipos en formación escuchando los himnos de sus respectivos países, creo que es algo sublime. Me da igual que algunos de los "nuestros" miren para abajo, o hagan como que se les pierde la mirada; en realidad los siento por ellos, por su ignorancia y por su analfabetismo: además la culpa no es suya, es de quien no les permitió entender lo que es ser español y lo que es España. Pero como digo, no solo me impresionan los nuestros. No, me invade un respeto absoluto cuando cada uno de los once que van a jugar, sean de donde sean, cantan, tararean o escuchan con marcialidad el himno de su país.

En España ocurre un fenómeno único en el orbe. Somos el único país del mundo que en el que a sus habitantes les da pudor o incluso se escandalizan ante los símbolos patrios. Si no es por la celebración de un evento como el Mundial o la Eurocopa, eso de sacar la bandera de España a la calle es una rareza absoluta. ¿Por qué? Es una buena pregunta. Con Guerra Civil y politiqueos de por medio, hay teorías y teorizadores a patadas, pero lo cierto es que por mucho que se diga, es absolutamente un contrasentido. No se, pero a mi me da una alegría enorme darme un paseo por mi pueblo, o por Granada, y ver como los días que juega La Selección Española, las banderas colman balcones y terrazas por todas sitios. El deporte une, o debería unir, y cuando el deporte se practica enfrentando en buena lid a dos equipos que representan un país, la comunión que se produce entre aficionados de una misma procedencia es siempre digna y honorable. Me enorgullece ser español, y como tal, me hago responsable de ello, y con honor y alegría mañana sacaré mi bandera al balcón para que todo el mundo la vea y se pueda alegrar conmigo.

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