miércoles, 13 de octubre de 2010

Rescates Imposibles.



La verdad es que llevo dándole vueltas a este post desde hace bastante tiempo. Empecé con el en un archivo de Word, y tras guardarlo un par de días, decidí borrarlo pues no terminaba de gustarme lo que había escrito. Durante semanas lo he guardado en el congelador de la memoria, por una parte porque no encontraba la manera de contar esta historia, y por otra porque lo que quiero contar es demasiado dramático, otra vez. Quiero avisar que lo contaré en dos partes, no me queda otra, de verdad.

Los protagonistas de esta aventura son, mejor dicho fueron, auténticos héroes de una generación de montañeros y escaladores españoles. Iconos de una España saliendo de su cascarón en la que las gestas deportivas ya no eran solo las del fútbol o del baloncesto, sino que comenzaban a salir de sus escondites auténticos fenómenos nacionales, capaces de ya por fin estar a la altura de las grandes figuras europeas.
Pero bueno, en realidad toda esta historia empieza muchísimo antes incluso de que mis dos protagonistas nacieran, antes incluso de que la escalada se considerara un deporte en España, pues eso de ver un individuo salir al monte sin escopeta era como ver a otro en bañador en mitad de la maestranza. Don Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, efectivamente era un gran aficionado a la caza, pero por encima de todo era un gran amante de las montañas y de los paisajes del Macizo Central de los Picos de Europa. Hacía años que los transitaba con su fiel amigo Gregorio Pérez "El Cainejo", que cazaba en ellos, y que a la par que los vivía, crecía en él la imperiosa necesidad de acometer la más grande de sus aventuras, y así en 1904, tras mucho penar, consiguieron realizar la primera ascensión al mítico Naranjo de Bulnes. El Marques de Villaviciosa y el pastor de Caín lograron una gesta total, la conquista de la cumbre de las cumbres, el logro de lo inaccesible, pero también el paradigma de lo incomprensible. La hazaña fue de órdago, pero como ocurre casi siempre tras todas "las primeras", esta inicial escalada también abrió el camino para que otros aun más audaces si cabe, contemplaran el Pico Urriellu como su personal acceso a la dificultad máxima, a la vía soñada, al reto de lo imposible.


Alberto Rabadá y Ernesto Navarro se llevaban un año. Ambos nacieron en tierras aragonesas justo antes de la Guerra Civil, y desde muy jóvenes se destacaron como auténticos genios de la roca. Su repercusión en la escalada es notabilísima, pues el numero de ascensiones, la apertura de nuevas vías y la dificultad de estas es incomparable. De hecho, hacer un resumen de sus hazañas es facilísimo: lo hicieron todo. Pero si hay algo que les define y les traslada a lo eterno es su apertura del Pilar Cantábrico, la Cara Oeste del Naranjo.
El Naranjo de Bulnes es una montaña atípica. Sin ser la más alta de los Picos de Europa, la totalidad de la caliza de sus 2519 metros de altitud hacen de su escalada una dificultad técnica máxima. Hacerse una idea es difícil para los que no lo hayan visto en vivo pero os aseguro que la magnitud de esta mole es bestial, acojonante, y los 750 metros de esta vía del Pilar Cantábrico son los 750 metros del "Patio del Terror". Rabadá y Navarro liberaron la via, con sus 500 metros de verticalidad total en 1962, y lo hicieron con maestría, con genialidad, pero sobre todo con valor. Esa magnífica escalada no solo supuso el punto más álgido del alpinismo español hasta la fecha, sino que para Rabadá y Navarro, respondió a un ansia de superación y les dio la llave maestra para su futuro, un futuro ya sin límites, que pondría sus ojos en el problema de los problemas europeos, en el mito de lo inaccesible, en la consagración suprema del escalador moderno: la Cara Norte del Eiger.

Estos días estamos asistiendo al increíble rescate de treinta y tantos mineros en una mina (no se sabe de qué) en Chile. Los pobres picadores han estado más de dos meses a más de 700 metros de profundidad, y lo más grave de todo es que mucho de ese tiempo, ni siquiera se tenía la certeza de que estuvieran con vida. El rescate está siendo espectacular, capaz de superar la imaginación del más reconocido guionista Holliwoodiense. No me cabe duda de que los pobres lo han debido pasar fatal, una experiencia traumática total, brutal. Me consta que el rescate ha necesitado de todos los avances, y que su dificultad a sido grande pero...gracias a Dios, posible. Porque la técnica, la ingeniería, la tecnología, la capacidad y los recursos puestos en marcha han sido ilimitados, tanto que incluso la NASA ha puesto de su parte. Y no se porqué, pero todo esto me ha traído a la memoria esta cuenta que tengo pendiente, y es que cuando el verano de 1963 Alberto Rabadá y Ernesto Navarro cascaron en la Araña Blanca del Eigerwand, desde luego no había ni tanto avance ni tantos medios para rescatarlos, ni falta que hacían, pero eso es historia del próximo día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario