domingo, 23 de noviembre de 2014

Fernando Wilhelmi Pérez. Un Hombre Bueno y 20 Veces Grande de Sierra Nevada.



Año 1993. Sierra nevada va a organizar una prueba de la copa del mundo de esquí, para féminas, y se pone en marcha el proyecto de voluntariado para el que Cetursa pone al frente a un grupo de personas comandado por la insigne Carmen Casares. Es en esa fecha cuando la vida me premio con la oportunidad de conocer a un Grande de España, y que ayer, en paz con todo y sin ruido nos dejó para siempre.


Cuando ayer noche subí a saludar a Pablo, a Guillermo y a Fernando, ya el numeroso grupo de personas que allí había anticipaban lo que hoy a las doce se ha confirmado, y es que Fernando era sin duda un hombre tan polifacético como querido, capaz de reunir en su sepelio a personas de toda condición y sociedad.

Mi relación con Wilhelmi siempre fue de cariño, respeto y por encima del todo admiración. No me atrevo a hablar en profundidad, pues no tenía relación cotidiana con el, sin embargo si he tenido la oportunidad en estos años de coincidir con el en numerosas ocasiones, tanto en las pistas de esquí como en mi querido Trevélez, su otra casa.

Como esquiador, Fernando nos daba lecciones a todos. Por encima de su virtuosismo, quisiera destacar que por el, yo mismo fui capaz de hacer lo que hasta entonces no me hubiera atrevido a encarar. Para siempre quedara en mi memoria aquellos amaneceres en el Veleta, donde su guardia pretoriana en la que siempre andábamos Pablo, Guillermo, y los Camacho, le seguíamos sin rechistar. Esquiar de noche, solo para los iniciados en el "Wilhemismo" del esquí alpino. Entonces se hacia a ciegas, nada de frontales ni gaitas, con un frío de mil demonios, y un seguidme. No hacia falta mas, Wilhelmi se sabia hasta las piedras de las pistas.

Otro día, Campeonatos del mundo de 1996, creo que era el día del slalom masculino. Aquel en el que Tomba a punto de salir por los aires salva una puerta con un solo esquí, y luego gana. Yo iba con un guiri canadiense, de cuyo nombre no me acuerdo, y de repente Wilhelmi nos dice que tenemos que bajar a la Cantina a recoger un petate lleno de comida y latas de refrescos, y dos depósitos de bebida caliente, uno de caldo y otro de café con leche. Todo pesaba un quintal, y había que subirlo hasta el portillón de salida para después ir repartiéndolo a todos los que estaban currando en pista. Hasta ahí todo bien, el problema se desató cuando vamos a comenzar la bajada, y a mi colega canadiense y a mi nos dicen que no podemos ir por el interior. Bien, se lo digo a Wilhelmi, entendiendo que es misión imposible, pues se trata de La Fuente del Tesoro y si por dentro ya es complicada, por el lateral fuera de pista y cargados como mulas, no lo veo ni de broma. Ya os podéis imaginar donde estábamos un momento después. Así era este tío, lo de que no se puede habrá que verlo...

El destino ha querido que Fernando se vaya la misma semana que la Duquesa de Alba, quien como se han hartado de contarnos estos días era veinte veces Grande de España. Me temo que esta señora, se habrá sorprendido cuando al llegar a la puerta del cielo reservada para la nobleza, se haya encontrado inesperadamente a Wilhelmi, quien sin duda ha sido también veinte veces Grande, de Sierra Nevada.
Su conocimiento de la Sierra era incomparable, sublime, total, el adquirido no solo a base de andar por sus lomas, sino también al compartir con sus gentes las actividades más insólitas. Y aun así, yo por lo menos no dejaba de sorprenderme cuando alguna vez allí en La Fragua, con Juan Antonio, o con su amigo Jose, callaba y escuchaba con respeto, siempre dispuesto a aprender.

Su faceta de abogado no difiere mucho de todo lo demás. El respeto que sus compañeros le han tenido siempre es muestra de ello, pues como en la vida, Wilhelmi era honrado, honesto, sencillo y de fiar. Un señor de los pies a la cabeza.

Volveré a la montaña para rememorar dos encuentros más. El primero, cuando llegados desde el Postero Alto, aparecimos en la Fragua de Trevelez pocos días después de yo perderme y también dar con mis huesos allí, pero como un fantasma. Nos lo encontramos echando un vino con José. Me regañó pero a base de bien. Cómo es posible que te hayas perdido tu?-Me decía-y sonreía a la vez que le daban ganas regañarme aun mas. Y desde entonces, cada vez que no hemos visto le he tenido que explicar por donde me perdí, y como fui capaz de bajar desde donde estaba y aparecer allí en Trevelez. De fondo, Juan Antonio y su hijo Carlillos no paraban de sonreír.

El último día que nos vimos fue hace pocas semanas, en el mismo lugar, y casi a la misma hora, la de la cerveza antes de cenar. Se me cayo el mundo encima, su delgadez, la tristeza de los ojos, la debilidad que transmitía me hizo acojonarme. Que te pasa tío? Me contó todo, con mas rabia que otra cosa, pues estaba débil como para no poder ni ir a por castañas con Carlos, el hermano de José. Aun así, coincidimos en que el pronóstico no era tan malo, y que siendo el colon, las posibilidades de recuperarse eran muy numerosas. Había que cenar, y nos emplazamos a que en cuanto acabara bajaría del comedor y charlaríamos otro rato. Nos abrazamos, y el gesto se prolongó mas de lo normal, pensé que era yo quien lo sostenía, pero no era así. Me sostenía el.

Me da mucha rabia que un hombre tan importante, en un momento maravilloso de la vida, con muchos años por delante para disfrutar de su jubilación haya muerto así, tan de repente, peleando, pero sin que el puñetero cáncer le haya dado una oportunidad. Pero por encima de todo, mas allá de esto, me da rabia porque le voy a echar muchísimo de menos.

Hoy, en el entierro, haber podido ver a tanta gente que le apreciaba ha sido reconfortante. Como dije antes, gente de todos sus mundos ha querido despedirle. Gente de la Estación que no ha faltado a la cita, de la abogacía, de la montaña, amigos, por su puesto su familia, y cómo no, las gentes de Trevelez, paisanos con quien entre otras cosas descubrió la que creo que era su verdadera vocación, las vacas y el campo, y para los que incluso llego a ejercer la figura de Hombre Bueno. Y lo era, no solo para mediar en una discusión de lindes, sino para la vida en general.


Ayer, vete tu a saber por qué, a la hora en que nos decía adiós, yo estaba andando por las inmediaciones de la Virgen de las Nieves. De repente se desató un viento increíble que ya no apaciguó hasta esta mañana. No se trataba de esta imagen de tres metros que ahora impone su figura frente al Mojón del Trigo, pero otra, de menor tamaño fue acarreada a bordo de un trineo, en mitad de una tormenta, hasta la misma cima del Veleta, y colocada para ser venerada en lo sucesivo por todos los que hasta allí llegaran. Uno de los que arrastró el trineo era Wilhelmi, que ya entonces demostraba de que pasta estaba hecho. Coincidencia o no, estoy seguro de que ayer nuestra Sierra se dolió con la muerte de Fernando, y ese viento tan fuerte era parte de su lamento.


Pd. Que bonito sería que una pista de esquí de Sierra Nevada fuera bautizada con su nombre.

8 comentarios:

  1. Querido amigo jose ignacio aun tengo el corazon en un puño con la muerte de ese hombre bueno al que muy bien defines. por supuesto un espejo para mi como ser humano, abogado y montañero, descanse en paz, su alma no estara muy lejos de la sierra, de trevelez y de sus amigos. magnifica entrada de blog. No te lo vas a creer pero ayer justamente cuando el viento se levantaba en la virgen de las nieves yo buceaba en mis estantes de libros buscando uno para depositar en mi mesilla de noche.. y casi guiando mi mano me fui al libreto de fernando "rutas de sentederismo por el valle de trevelez" algo me hizo detenerme, acariciarlo y recordarle y con cariño lo deposite otra vez con el proposito de volver pronto a trevelez a su hogar que ha acabado por convertirlo en nuestro hogar..buscaba un libro de lectura y lo encontre a el, una llamada para continuar su gran legado, y llamar nuestro interior antes de irse...tranquilo fernando, iremos a la sierra y a trevelez y alli estaras con nosotros... y si, sencillamente y humildemente 20 veces grande.

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  3. Andar con Fernando por el campo podía ser un suplicio-le cundía bastante-pero también una delicia por lo que contaba y el ánimo que te daba.Le echaremos de menos

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  4. Era una gran persona, un gran Abogado un buen compañero, un gran defensor de la montaña…Por mi parte, le tenía mucho aprecio y guardo un muy buen recuerdo de él, de las conversaciones que tuve en los Juzgados, durante las esperas de los juicios o a la salida de los mismos, simplemente por charlar un rato… o en la estación de esquí, siempre dispuesto a echar una mano para lo que hiciera falta.
    Ya no quedan personas como él; ahora está aún más arriba, pero si duda cerca de la montaña y en nuestro corazón y nuestra memoria, donde queda para siempre....
    Antonio Hdez-C.

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  5. B. Ruiz de Almirón de Andrés24 de noviembre de 2014, 3:29

    Increíble, preciosas palabras.

    Los que tuvimos la suerte de tenerlo cerca podemos sentirnos más que afortunados.Yo pude disfrutar de su compañía desde pequeña y de andar por Trevélez...Sonaba el despertador a las 8 y corriendo a desayunar porque sabía que él ya había desayunado hacía una hora por lo menos y no quería que echara andar sin mi..cuando ya estabamos todos comenzamos camino hacía el cortijo de José por ejemplo, y siempre era a ver quien llegaba antes (Ganábamos siempre él y yo..mis padres se entretenían por el camino). Luego el arroz con conejo con José resultaba exquisito. Y siempre quedaban fuerzas para ir a visitar a Juan a su cortijo. Otras veces, la ruta estrella..noche en siete lagunas y amanecer en el Mulhacén.
    Hizo que con tan solo 11 años o así, fuera mi canción favorita "Maria la protuguesa" de Carlos Cano..siempre antes de que llegara la hora de dormir aparecía de repente con la canción de fondo y nos hacía reír.
    En definitiva, han sido tantos buenos recuerdos los que nos quedan, que nos sacarán una sonrisa cuando más lo necesitemos.
    Y esque para mi era como mi segundo padre/abuelo, como se quiera ver.
    Como dijo mi padre en el entierro: no, no era un guarda forestal como se llegaron a preguntar en Treveléz..era la persona que más sabía de toda la Sierra, y no era una persona cualquiera, era FERNANDO.

    Efectivamente como dices, fue reconfortante ver tanta gente en el entierro y de diversos círculos, se nota que le querían.

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  6. Hace años que conocía a Fernando de lejos, de verlo por Trevélez. Hace tres años más o menos volvimos a coincidir en el Barranco Huaí, en el cortijo de José. Me recibió con cierta desconfianza, me imagino que pensaría que una mujer en la vida de su querido José no podía significar más que complicaciones.
    Iniciamos una ruta hacia la Haza Piedra, bordeamos los pinos y llegamos a la Loma del Castillo. José iba a mi lado pendiente de esta inexperta montañera y Fernando iba alegre sendero arriba por delante clamando a los cuatro vientos que por fín había conseguido adelantar a José en el monte.
    Fueron pasando los días en los que coincidimos algunas veces y una de esas tardes que llegaba desde el trabajo a esa casa familiar y acogedora que es La Fragua, me recibió con los brazos abiertos y un sincero abrazo mientras me decía que ya me echaba de menos... le sonreí desde el corazón agradeciéndole que dejara a un lado las dudas y desde entonces caminamos en esos encuentros de vacas y becerros, de comidas en el cortijo y marchas por los senderos, por el río, por los montes... por la vida.
    Tres días antes de su partida José volvió a casa con una tristeza honda y una bolsa con setas. Son para Fernando me dijo, pero he hablado con él y lo he notado muy enfermo, ni siquiera se si llegará a comérselas... aventuraba ya la partida, la marcha de ese amigo del alma que lo ha dejado tan herido que ha caído enfermo con debilidad en las piernas para subir al monte y durante unos días ha permanecido como ajeno... yo se que estaba enfermo de tristeza por la marcha de alguien que ha sido un padre para él, un amigo con el que ha compartido noches de cortijo y días de marcha, anécdotas y risas, vinos y vacas.
    Te llevaremos siempre con nosotros cuando vayamos a la Haza Sabuco, cuando reposemos tras la cena pegados a la chimenea del cortijo en el que siempre te sentiste como en casa. Te recordaré con esa sencillez de las personas nobles capaces de alternar una charla con los vaqueros del pueblo y al día siguiente una comida en la sede del Colegio de Abogados.
    Te agradezco tu preocupación por mi irrupción en la vida de José... eso querido Fernando solo lo hacen los amigos de verdad, los de corazón. Ha sido un privilegio compartir esta parte del camino de la vida contigo. Te echaremos de menos este año en el saneo, en la subida de la Virgen y siempre que miremos tu foto con José en el cortijo. Allá donde estés sé feliz, amigo. Yolanda y José.

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  7. La última vez que vi a Fernando fue en 1980, durante una visita mía a Granada. Nos citamos en Plaza Nueva y me acompañó a la entonces nueva entrada a la Alhambra. Ahora, marzo de 2015, cuando voy a visitar Granada de nuevo dentro de un par de semanas, busco a Fernando en Google para tratar de verle otra vez. He llegado tarde. Cuanto lo siento. Acompaño en sentimiento a su mujer e hijos, y a sus hermanas y hermano. -Enrique Merino

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  8. Vi a Fernando por última vez en 1980, durante una visita a Granada. Nos citamos en Plaza Nueva y me llevó a la entonces nueva entrada a La Alhambra. Ahora, en marzo de 2015, cuando voy a visitar Granada otra vez dentro de un par de semanas, le busco en Google, y veo esta página. He llegado tarde. Cuánto lo siento. Acompaño en sentimiento a su mujer e hijos, y a sus hermanas y hermano.

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